Kierkegaard
Francisco Javier Martínez Ramírez 12 de abril 2005
Sören Kierkegaard publicó en 1945, bajo el pseudónimo de Hilarius Bogbinder, su escrito Estadios en el camino de la vida. En él describe los tres tipos de existencia que el hombre puede llevar: la estética, la ética y la religiosa.
Estadio estético: El esteta busca el placer y escapa del dolor. Por ello se apega al instante y corre detrás de lo que le promete más placer. Si en su camino se cruza con algo más prometedor, cambia de dirección y va tras ello. El esteta no se construye a sí mismo, se desarrolla por obra de la necesidad y no de la libertad, transformándose en lo que ya es. No tiene un proyecto a largo plazo. Un modelo de hombre estético es Don Juan, el "picaflor" que disfruta conquistando mujeres pero no contrae matrimonio, que rehuye el compromiso y sólo busca el placer. El Fausto de Gthe es una versión más intelectual y refinada de hombre estético. Él disfruta el placer de las ideas: las estudia, las goza, pero no toma a ninguna por verdadera, ninguna de ellas se transforma para él en una verdad en pos de la cual deba comprometer su existencia. También él busca el placer y escapa del compromiso. Pero el ejemplo más extremo de esteta es El Judío Errante. Según una leyenda medieval, cuando Jesús iba camino del Calvario cayó frente a la casa de un zapatero de Jerusalén que de mala manera le dijo: «¡Anda!». Jesús respondió: «Tú también andarás hasta que yo vuelva.» Este judío aún vive y, como es un hombre estético, no disfruta de su longevidad. Está harto de todo, lo ha probado todo y ya nada llama su atención. Quiere morir, pero no puede. La vida del esteta lleva a la desesperación. Tarde o temprano se cansa de correr tras un placer que, cuando es alcanzado, se desvanece.
Estadio ético: El hombre ético vive la diferencia absoluta entre el bien y el mal. Ordena su vida al cumplimiento del deber, respetando la moral y renunciando a ser una excepción. No es, se hace con sus opciones libres, se construye, llega a ser algo nuevo. Tiene proyecto, respeta la palabra empeñada, toma decisiones. Opta, o lo uno o lo otro, y luego reafirma sus opciones en la repetición. Así el esposo, por ejemplo, no sólo elige su mujer en el momento de contraer matrimonio, sino que día a día repite esa opción, la confirma, viviendo en fidelidad a ella.
Estadio religioso: El hombre religioso por la fe cambia desesperación por esperanza y angustia por confianza en la providencia de Dios. Vive de cara a Dios. Ama a Dios y no quiere ofenderlo. Sabe que su deber absoluto no es obedecer a la ley sino obedecer a Dios. Si Dios le pide algo excepcional, incluso algo que contradiga la ley, algo que plantee una excepción a la norma general, él responde, aunque no llegue a entender por qué Dios le pide semejante cosa. El modelo de hombre de fe es Abraham, "El Padre de la Fe". Dios le pidió que sacrificara a su pequeño hijo, Isaac, y él, contra toda razón y contra su propia sensibilidad de padre, llevó al niño hasta el monte. Su caso fue el prototipo de la "suspensión teológica de la ley moral". El hombre religioso está como dice san Pablo por sobre la ley, pues obra por amor, no por deber u obligación.
Sören Kierkegaard publicó en 1945, bajo el pseudónimo de Hilarius Bogbinder, su escrito Estadios en el camino de la vida. En él describe los tres tipos de existencia que el hombre puede llevar: la estética, la ética y la religiosa.
Estadio estético: El esteta busca el placer y escapa del dolor. Por ello se apega al instante y corre detrás de lo que le promete más placer. Si en su camino se cruza con algo más prometedor, cambia de dirección y va tras ello. El esteta no se construye a sí mismo, se desarrolla por obra de la necesidad y no de la libertad, transformándose en lo que ya es. No tiene un proyecto a largo plazo. Un modelo de hombre estético es Don Juan, el "picaflor" que disfruta conquistando mujeres pero no contrae matrimonio, que rehuye el compromiso y sólo busca el placer. El Fausto de Gthe es una versión más intelectual y refinada de hombre estético. Él disfruta el placer de las ideas: las estudia, las goza, pero no toma a ninguna por verdadera, ninguna de ellas se transforma para él en una verdad en pos de la cual deba comprometer su existencia. También él busca el placer y escapa del compromiso. Pero el ejemplo más extremo de esteta es El Judío Errante. Según una leyenda medieval, cuando Jesús iba camino del Calvario cayó frente a la casa de un zapatero de Jerusalén que de mala manera le dijo: «¡Anda!». Jesús respondió: «Tú también andarás hasta que yo vuelva.» Este judío aún vive y, como es un hombre estético, no disfruta de su longevidad. Está harto de todo, lo ha probado todo y ya nada llama su atención. Quiere morir, pero no puede. La vida del esteta lleva a la desesperación. Tarde o temprano se cansa de correr tras un placer que, cuando es alcanzado, se desvanece.
Estadio ético: El hombre ético vive la diferencia absoluta entre el bien y el mal. Ordena su vida al cumplimiento del deber, respetando la moral y renunciando a ser una excepción. No es, se hace con sus opciones libres, se construye, llega a ser algo nuevo. Tiene proyecto, respeta la palabra empeñada, toma decisiones. Opta, o lo uno o lo otro, y luego reafirma sus opciones en la repetición. Así el esposo, por ejemplo, no sólo elige su mujer en el momento de contraer matrimonio, sino que día a día repite esa opción, la confirma, viviendo en fidelidad a ella.
Estadio religioso: El hombre religioso por la fe cambia desesperación por esperanza y angustia por confianza en la providencia de Dios. Vive de cara a Dios. Ama a Dios y no quiere ofenderlo. Sabe que su deber absoluto no es obedecer a la ley sino obedecer a Dios. Si Dios le pide algo excepcional, incluso algo que contradiga la ley, algo que plantee una excepción a la norma general, él responde, aunque no llegue a entender por qué Dios le pide semejante cosa. El modelo de hombre de fe es Abraham, "El Padre de la Fe". Dios le pidió que sacrificara a su pequeño hijo, Isaac, y él, contra toda razón y contra su propia sensibilidad de padre, llevó al niño hasta el monte. Su caso fue el prototipo de la "suspensión teológica de la ley moral". El hombre religioso está como dice san Pablo por sobre la ley, pues obra por amor, no por deber u obligación.
3 comentarios
Vanessa Marquez Suarez -
El actuar impulsado por habitos o costumbre es una forma de vivir mecanicamente sin cuestionarse el porque se actua de esa manera es simplemente un impulso. Yo veo a este hombre estetico, como en la busqueda del no-deseo , ese estancamiento de libido centrada en su propio yo (narcicismo) y placer tarde o temprano lo lleva a la deseperacion como lo dice Kierkegaard o a la misma locura, esa incapacidad de amar, de dar y busqueda de lo superfluo empobrece, en vez de enriquecer al ser humano.
Sin embargo creo que en la actualidad la gran mayoria de seres humanos esta viviendo como el hombre estetico, y es triste porque finalmente las guerras, la pobreza, la ignorancia, acumulacion de bienes y poder es lo que ha llevada a que el planeta se encuentre como lo esta en estos momentos y es por estar centrados en el puro "yo".
Parece que la clave de esto es salir del propio narcicismo y expandir nuestro amor y conciencia hacia el exterior.
El hombre etico busca formar una familia para ayudar, amar, compremeterse con su mujer e hijos pero eso es una decision muy personal.
A mi en lo particular al hombre que admiro es al hombre religioso que racionalmente es dificil de entender porque sus actos, pensamientos estan mas alla de la logica de la razon y actua por amor y fe a Dios.
El ya no tiene la desesperacion que tiene el hombre estetico, sino tiene la certeza y la confianza de que Dios existe y eso le da la seguridad.
Es interesante el poder que tiene la fe, que precisamente es creer en lo que no se ve, posiblemente venga de la intuicion y la relacion subjetiva que se tiene con Dios que lo impulsa a hacer cosas que ni el hombre estetico , ni etico lo hacen.
Finalmente estos son los tres tipos de hombre de los que hablan Kierkegaard y aunque a nuestros ojos sean dificiles de entender, cada uno tiene sus motivos, sus razones y ese tipo de existencia le da sentido a su propia vida.
Rosalinda Perea Acevedo -
UCSJ
tomas -