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Lorena Loyola Barrios. Los Estadios de Kierkegaard

“Elige la desesperación. La desesperación misma es una elección, ya que se puede dudar sin elegir, pero no se puede desesperar sin elegir. Desesperándose uno se elige de nuevo, se elige a sí mismo, no en la propia inmediatez, como individuo accidental, sino que se elige a sí mismo en la propia validez eterna.”

Sören Kierkegaard

 

 

Me llena de gran interés y admiración el pensamiento de Kierkegaard, lo percibo como un muy buen conocedor de la naturaleza humana, sus estadios, tan evidentes aún ante aquella mirada que nunca ha tocado un texto de este autor. Por mi parte, al leerlo, al estudiarlo, me percibo a mí misma protagonizando uno que otro detalle distintivo de también uno que otro estadio (sin ánimo de exponerme siendo más específica), ¿qué no en nuestro convivio cotidiano nos topamos con la presencia de aquel Don Juan que vive de los placeres terrenales, que dedica su existencia a ser depositado en cada placer inmediato que experimenta?, estos placeres sin embargo, carecen de plenitud pero son ignorantes, ignorantes a la mirada interna del Don Juan o del Fausto, es decir, al yo de aquél esteta que se deja llevar por el mundo de las sensaciones. Mientras escribo estas líneas se me presenta una imagen del esteta cual marioneta, los hilos de los que pende son manipulados por la necesidad de satisfacción, sin la posibilidad de elección, es por esta razón que me permito hablar de sus placeres como ignorantes, inmediatos y por lo tanto intrascendentes, lo que lo deja en un estado de incompletud, de vacío provocado por darse cuenta que no se sabe, el esteta no sabe de sí. Me permito otra analogía la cual me remonta a algún momento de mi propia existencia, el esteta es ahora como un rompecabezas el cual se encuentra en completo desorden, donde las piezas no le pertenecen, pertenecen a muchos instantes pertenecen a nada.

 

Aquí es cuando el esteta se ilumina en una desesperación tan esclarecedora como dolorosa, comienza a tener conciencia de sí en su propia elección, parto ahora de la cita inicial de mi texto. Para que el esteta evolucione, o por dejar a un lado el juicio jerárquico, se traslade a un estado ético, es necesaria esta desesperación la cual abre los ojos internos del hombre que vivía de placeres, une las piezas del rompecabezas, se las apropia, las hace suyas y se construye, se reincorpora en un todo y con todas sus contradicciones, se ve y es por esta razón que jamás podrá regresar a su “afortunada” ignorancia porque ahora que se sabe, distingue. El ético es entonces un yo conformado por elecciones responsables, el hombre de familia, el buen trabajador, aquel ser moral, el cual siente culpa de sus actos cuando los ve amenazados por eso, el ético que gusta de tener acciones estéticas siente culpa, misma que es provocadora de angustia, misma que, cuando le es insoportable busca por todos los medios aliviarla y ahí es cuando se topa con Dios y en su devoción la un salto de la angustia a la fe. Así nos advierte el propio Kierkegaard.

 

“La angustia es el vértigo de la libertad, un vértigo que surge cuando la libertad echa la vista hacia abajo por los derroteros de su propia posibilidad, aferrándose a la finitud para sostenerse. En ese vértigo la libertad cae desmayada y cuando se incorpora de nuevo ve que es culpable.”

1 comentario

pirruris -

tururu! que profundo!